La Aventi, Un Rumor en la Desgracia

En Si te dicen que caí, Marsé desarrolla la historia en el intersticio entre realidad y ficción. En ese espacio, donde todo es posible, el autor utiliza la aventi como recurso estilístico y estructural.

A primera vista, esta técnica, que le permitir mezclar los recuerdos, las noticias, los rumores, las proyecciones, pero también los acontecimientos diarios, crea confusión porque las voces de los personajes se mezclan con la voz del narrador. Un ejemplo sería este, con el que termina el fragmento leído: “La monja lo vio salir, anda con Dios, Ñito, lo miraba empujar los batientes de la puerta pero no parecía verle, pórtate bien.” (Marsé, 2010, p. 137). Sin embargo, lejos de ser un problema, la aventi le permite recurrir a todo lo que esté al alcance para avanzar la trama. Es, como dice el autor, una especie de “frasco sin etiqueta” (p. 135), donde todo está por inventarse. La aventi potencia la facultad de contar una historia, y a su vez posibilita que el relato sea intervenido e interpelado, es decir, vuelto a nacer.

Sin embargo, ¿cuál es la realidad que se describe en la historia? Marsé (2010), a través de sus personajes, la describe como “una oscura y pesada materia que había de permanecer aún mucho tiempo en el fondo, sin poder aflorar a la superficie” (p. 137). Como en Las mil y una noches, la realidad es posible solo cuando se convierte en ficción. Es más, “arruinada [su] capacidad de asombro” mientras los mayores “se [abandonan] al recuerdo” (p. 135), los muchachos protagonistas hacen de una realidad que les es insoportable una novela que la viven a diario.

Esa realidad es fruto del desastre que trajo la guerra. Es una especie, dice Marsé (2010), de una viuda embarazada. Es decir, lo que se vive es el recuerdo de la muerte, pero también el recuerdo de la desolación del futuro. Por eso, “ver un gato allí habría resultado aún más extraño que ver una goma usada” (p. 109). Y, no solo eso, también están las “aceras despanzurradas” como una herida latente que nos remite al barrio, donde “el montón de basura” ofrece “sabrosas sorpresas” (p. 109). Es en medio de esta intemperie que “el peligro acecha” y “cada día es una trampa” (p. 109).

Finalmente, Marsé (2010) pregunta: ¿De qué sirve o sirvió la guerra? Su respuesta viene de la mano de la imagen del “máuser oxidado […] con la culata partida” (p. 110). Pero, no todo está perdido, pues “más allá de las trincheras y las alambradas de espinos, dicen que volverá a reír la primavera” (p. 109). Así es la aventi, una especie de rumor en la desgracia, donde cualquier personaje, incluyendo el narrador (¿o narradores?) dice y al decir avanza la historia. Lo hace de manera lenta, distanciada, porque así son los recuerdos, las noticias…, el día a día. Ese “dicen que”, para Marsé, es la herramienta que prolonga la existencia.

Referencia

Marsé, J. (2010). Si te dicen que caí. A. Rodríguez & M. Jiménez (Eds.). Madrid: Cátedra.

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