La Muerte en Dos Poemas de García Lorca

En “España y la cultura de la muerte”, Salinas (2007) señala que, para el caso español, “la cultura de la muerte” implica una visión positiva sobre el rol de la muerte y su impacto en la vida de las personas. Es decir, existe una conciencia colectiva sobre aquello y, además, según el autor, “el ser humano se afirmaría no solo en los actos de su vida, sino en el acto de su muerte” (p. 1284). Para Lorca, como veremos, esto es así, porque al aceptar la muerte como parte de la vida, lo que el poeta busca es reafirmar este conocimiento.

Salinas (2007) recoge estas palabras de Quevedo: “A la par empiezas a nacer y a morir” y “naciste para morir y vives muriendo” (p. 1285). Lo hace para hablar del linaje poético y conceptual al que pertenece Lorca. Precisamente, en “García Lorca y la cultura de la muerte”, el autor sostiene que “Lorca siente la vida, por vía de la muerte” y añade que el poeta “[busca] en la muerte el centro de gravedad de la vida” (Salinas, 2007, pp. 1282-1283). Así, si para Lorca la muerte es materia consustancial del ser humano –sea como destino, en el caso de “La muerte de Antoñito el Camborio”, o como premonición, en el caso de “La aurora”–, es porque lo que persigue es revelar esa verdad que, para su gusto, lo que para Salinas es una “trémula melodía desesperada” (calificativo cercano al caso del primer poema, p. 1264) o una “cosmovisión trágica” (resumen más apegado al caso del segundo poema, p. 1264), para él en realidad es una “Pena”. Sí, Pena –en mayúscula–, porque, como él dice, al no ser angustia ni dolor, la única posibilidad es que sea “un amor agudo a nada, con una seguridad de que la muerte (preocupación perenne de Andalucía) está respirando detrás de la puerta” (García Lorca, [1935], p. 344). La muerte, para el poeta, tiene presencia, es trascendental y, además, identifica el sentir de un pueblo. Como veremos a continuación, en los poemas mencionados, esta toma cuerpo de diferentes maneras.

En el romance “Muerte de Antoñito el Camborio” (Romancero gitano, 1928), la muerte se presenta inquebrantable. El personaje ha sido apuñalado por cuatro de sus primos, quienes, a decir de él, “lo que en otros no envidiaban, / ya lo envidiaban en mí” (vv. 27-28). Pero, no es cualquier personaje, es, según Lorca ([1935]), un “Gitano verdadero” (p. 345). En el poema, Lorca ([1928]) lo describe como un luchador varonil, también inquebrantable, que, a pesar de encontrarse superado en número, se ha impregnado de una huella de sangre –símbolo de tragedia y muerte– cuando “con sangre enemiga” (v. 9) baña precisamente “su corbata carmesí” (v. 10).  El hombre sabe que va a morir; pero no está solo, pues el poeta está presente, como testigo y narrador. “Antoñito el Camborio, el único de todo el libro que me llama por mi nombre en el momento de su muerte”, dice Lorca ([1935]), reflexionando sobre su implicación en el relato. En vez de presentarle al hombre moribundo con una extensión ficticia de vida (llámese “esperanza”), en el poema Lorca le exige confrontar su deceso “porque te vas a morir” (v. 36), le dice. En los versos 4 y 22, la “voz de clavel varonil” –una “voz milenaria”, según Lorca ([1935], p. 345)– se repite dos veces (como símbolo de voluntad, firmeza y seguridad). Por eso, si la muerte está presente, lo lógico, según Lorca, es vivirla con dignidad.

En “La aurora” (Poeta en Nueva York, 1940), la muerte también está presente y estructura el poema. Sin embargo, en él ya no se habla de una persona, se habla de Nueva York, no como símbolo de riqueza y progreso, sino como metáfora de lo que está mal cuando, basándose en lo material, se busca propiciar y dar sentido al futuro. Si en el primer poema lo que corre peligro de desaparecer es esa voz milenaria, en “La aurora”, para Lorca ([1930]), lo que está en riesgo es el futuro, porque se ha convertido, entre otras cosas, en “un cieno de números y leyes” (v. 15). Esta metáfora no pudo estar lejos de la realidad, puesto que Lorca vivió en Nueva York y experimentó a Wall Street como “impresionante”, justo en medio del desenlace de la Gran Depresión de 1929, y no por cálido y humano, sino “por frío y por cruel” (Lorca, ([1932], p. 352). Al lugar, dice el autor, “llega el oro en ríos de todas partes de la tierra y la muerte llega con él” y añade que “en ningún sitio del mundo se siente como allí la ausencia total del espíritu” (p. 352). En el poema, a este vacío –que Castro Arena (2010), en su análisis de Poeta en Nueva York, llama el “espacio de la crisis moral” (párr. 9)–, Lorca lo ve y representa como el lugar donde “la aurora llega y nadie la recibe en su boca / porque allí no hay mañana ni esperanza posible” (vv. 9-10), por lo que concluye que “por los barrios hay gentes que vacilan insomnes / como recién salidas de un naufragio de sangre” (vv. 19-20). Por tanto, si en “La muerte de Antoñito el Camborio”, la única esperanza ante la muerte era confrontarla de pie, ahora esa fortaleza simplemente se ha desvanecido. Y, si antes el protagonista se había manchado de sangre ajena en su lucha por vivir, ahora él, lejos de protagonizar su propia historia, nace de “un naufragio de sangre”, es decir, “nace del naufragio de la modernidad”, según García Montero (2009).

Símbolo y metáfora, dos armas literarias que, en el caso de los poemas en cuestión, a Lorca le sirven para envolvernos en una trama en la que la muerte cuenta su propia historia. Y lo hace desde su particular lectura de la realidad. No obstante, según Castro Arena (2010), Lorca no está lejos de la “tradición de pesadillas infernales replegadas en la subrealidad mental” expuestas por Góngora y Goya, por ejemplo, sino que esta “se reanud[a] con la trágica intuición obsesionante de la muerte” (párr. 22). No, la muerte no existe por fuera de la vida y la Literatura. Para Lorca, la muerte es consustancial al ser vivo, sea este de carne y hueso, de columnas de cieno o de papel.

Referencias

Castro Arena, M. (2010). Poeta en Nueva York de Federico García Lorca. Alicante: Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. Recuperado de https://goo.gl/UzdsrE

García Lorca, F. (1966[1928]). Muerte de Antoñito el Camborio. En G. Diego (Comp.), “Poética” (de Federico García Lorca) en Poesía española. Antología 1915-1932. Madrid: Signo. (Recogido en F. García Lorca (1966), Obras completas de Federico García Lorca (11ª Ed.). Madrid: Aguilar). Recuperado de https://goo.gl/QzjSas

García Lorca, F. (1966[1930]). La aurora. En G. Diego (Comp.), “Poética” (de Federico García Lorca) en Poesía española. Antología 1915-1932. Madrid: Signo. (Recogido en F. García Lorca (1966), Obras completas de Federico García Lorca (11ª Ed.). Madrid: Aguilar). Recuperado de https://goo.gl/QzjSas

García Lorca, F. (1991[1932]). Un poeta en Nueva York. En A. del Hoyo (Ed.), Obras Completas (Vol. III, pp. 347-358). Madrid: Aguilar.

García Lorca, F. (1991[1935]). Romancero gitano. En A. del Hoyo (Ed.), Obras Completas (Vol. III, pp. 339-346). Madrid: Aguilar.

García Montero, L. (2009). La aurora de Federico García Lorca. Análisis de Luis García Montero [Archivo de vídeo]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=VC8o6Tucl6o

Salinas, P. (2007). España y la cultura de la muerte. En E. Bou, & A. Soria Olmedo (Edición, introducción y notas), “Ensayos completos” en Obras completas (de Federico García Lorca) (Vol. II, pp. 1284-1285). Madrid: Cátedra.

Salinas, P. (2007). Federico García Lorca. En E. Bou, & A. Soria Olmedo (Edición, introducción y notas), “Ensayos completos” en Obras completas (de Federico García Lorca) (Vol. II, pp. 1263-1266). Madrid: Cátedra.

Salinas, P. (2007). García Lorca y la cultura de la muerte. En E. Bou, & A. Soria Olmedo (Edición, introducción y notas), “Ensayos completos” en Obras completas (de Federico García Lorca) (Vol. II, pp. 1279-1284). Madrid: Cátedra.